lunes, 23 de diciembre de 2013

ONCE NOMBRES DE MUJER, DE ANTONIO BREA

DiarioYa ¿La banalización del sexo y la cosificación del ser humano van de la mano o sólo coinciden en vacaciones?

Antonio Brea. El sexo es algo muy serio, puesto que a través de su práctica se perpetúa la vida. Sin embargo, al ser un ejercicio físico gratificante, en innumerables ocasiones a lo largo de la historia del ser humano, las personas se han abandonado a él sin más finalidad que el mero disfrute. Esta es una realidad tan poderosa, que nunca logró ser erradicada por la pedagogía de las grandes confesiones religiosas. En una cultura como la actual, marcada por el materialismo, la visión lúdica del sexo se encuentra en pleno apogeo.

Ya. Si en su novela el número de mujeres en primera persona son once, cuántas son las veces que le han preguntado ya si la novela es autobiográfica.

AB. La natural tendencia al morbo del ser humano ha llevado a más de un lector a formularme esa pregunta. La respuesta es sencilla. Si bien mi novela está cargada de referencias autobiográficas, estas no coinciden precisamente con la personalidad del protagonista. Julio Montes es moreno, atlético, rico y seductor. Yo no soy precisamente un ejemplo de semejantes virtudes.

Ya.  La historia músico-cultural de la Transición parece que sólo se escribió en salas como Rock-Ola de Madrid o Zeleste de Barcelona, lugares mitificados por aquella progresía 'avant la lettre' que luego ha diseñado el imaginario colectivo actual. Pero, por razón de edad, ¿a usted le dejaban entrar en aquellos lugares?

AB. En aquellos tiempos tan permisivos no había el menor problema para que adolescentes muy jóvenes pudieran acceder a esa clase de centros de diversión. En mi caso particular, no disfruté del ambiente de esas salas por una doble razón. En el caso de Barcelona, debido a la lejanía geográfica y mi poca disposición a viajar en avión, no he conocido dicha ciudad hasta mi madurez. En el de Madrid, donde viví una parte de mi adolescencia, la mudanza se produjo meses después del cierre de Rock-Ola. Esta última sala no sobrevivió a la creciente violencia que se desarrollaba en sus alrededores entre integrantes de distintas bandas juveniles, y que desembocó lamentablemente en un homicidio, del que hoy muy pocos se acuerdan.

Ya.  Si ponemos en un plato de la balanza las tumbas de los jóvenes que murieron a manos del ácido lisérgico y el alcohol asociado a los movimientos musicales que se asoman por su novela, ¿pesan más o menos que su contribución a la cultura moderna?

AB. Aunque el abuso del ácido lisérgico y el alcohol son devastadores para la salud, el gran enemigo de mi generación ha sido la heroína, que se ha cobrado efectivamente las valiosas vidas de jóvenes inconformistas y creativos que en algunos casos habían realizado grandes aportaciones a la cultura popular de nuestro país.

Ya.  Esta es la segunda novela que escribe y en ambas -además de la música- sirve de bastidor el heterogéneo ambiente de la extrema derecha de los 80 y principios de los 90, ¿el único contenido político que existió era el culto a los símbolos?

AB. Para buena parte de las organizaciones y militantes, sin duda. Como comento en un pasaje de mi primera novela, Quisimos transformar España, mi opinión personal es que la fascinación de muchos jóvenes –y no tan jóvenes- por determinadas ideologías obedece fundamentalmente a pulsiones estéticas. No obstante, en ese ambiente se formularon propuestas ideológicas interesantes que hoy coinciden parcialmente con el discurso de movimientos ciudadanos de nuevo cuño, alejados del espectro ultraderechista.

Ya.  Escribieron que la traición era una mancha que jamás envejece ¿es el leit motiv de su novela a modo de venganza?

AB. La vida está llena de traiciones. Once nombres de mujer también. Sin embargo, la traición no es la esencia ni la motivación de mi relato. Y mucho menos la venganza.

Ya.¿Cuando Ediciones Barbarroja cogió su obra para editarla, lo hizo por amor incondicional o porque, en definitiva, también tiene nombre femenino?

AB. Eso habría que preguntárselo al editor. En todo caso, para mí no ha sido nada fácil encontrar una editorial que se atreva a publicar un libro tan políticamente incorrecto. La falta de prejuicios en este sentido de Miguel Angel Vázquez, responsable de Barbarroja, ha sido muy beneficiosa.
 
Entrevista realizada por el Diario YA  (www.diarioya.es)